Me dices que nada importa
que la vida se desploma junto a mi tarro de cerveza
que la felicidad se disipa como el humo del tabaco
que tienes miedo de morir, de vivir, de ser
que ya no quieres verme
que te aterra mi yo poeta
y yo, con los brazos tan torpes como siempre
y los ojos secos,los pies lentos, el sudor helado
me miro en el espejo de tus ojos
y te muestro un regalo especial
...Lumbre...
quememos hoy, todo, nada, ahora, justo ahora
y deemos que el viento se lleve los recuerdos
del loco y la loca encerrados en un cuarto en llamas
con esa dulce
humareda palida...
La cosa es, que de vez en cuando, el viento se me trepa a la cabeza, el agua me quema los dedos, el fuego me apaga las penas y entonces me doy cuenta que alguien al otro lado del mundo siente algo y se lo calla, alguien en el otro extremo del café, siente algo y se lo calla y yo, me muerdo los labios, cierro los puños, me tapo los ojos y solo comienzo a escribir, quizas, no es lo mejor, pero a menos puede provocar nauseas, eso,de donde vengo, es un avance...
quizas.
Aunque el yo poeta que nace cada vez que ella me mira se sienta aprisionado en la paredes de mi cuerpo, esto es un homenaje a la mujer que me empujo a los confines de mi recipicio, es ella la que teme que yo, sea quien soy, ¿puedo cambiarlo?, ¿debo?.
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